El Futuro de la Industria Editorial.
- Agustín Bracho Abogados Asociados

- Oct 28, 2020
- 5 min read
El futuro digital que se nos viene encima, que supone un cambio radical respecto del sistema de Gutenberg, vigente desde hace 500 años, al tiempo que una bendición para lectores y escritores, supone un complejo desafío para los teóricos del derecho de autor, no sólo a la hora de idear nuevos sistemas de protección, sino también nuevos métodos de vigilancia.
La imprenta de Gutenberg mecanizó el copiado e hizo necesarios los derechos de autor. La digitalización hace que el copiado sea instantáneo y viral, dejando obsoletas las leyes vigentes.
Nuestra civilización se ha enriquecido, conservado, interpretado y transmitido principalmente gracias a los escritores. Nuestro futuro también está en sus manos. Los derechos de autor son una condición indispensable para su supervivencia. Sin ellos, los escritores no pueden permitirse el lujo de escribir, y entonces, ¿cómo vamos a poder saber quiénes somos?
La industria editorial... se encuentra en las primeras fases de una transformación radical que dejará obsoletas desde el punto de vista tecnológico todas las funciones, procedimientos e infraestructuras tradicionales, incluidos los derechos de autor en el sentido tradicional. El sistema de Gutenberg, vigente desde hace 500 años, y sus inventarios físicos, almacenes costosos y puntos de venta fijos, está siendo sustituido por un mercado digital mundial radicalmente descentralizado, abastecido por un inventario digital prácticamente ilimitado y sin filtrar, plurilingüe y en rápida expansión, que permite el almacenamiento y la entrega casi sin costos y que se puede descargar con el clic de un ratón prácticamente en cualquier lugar del planeta.
En el futuro digital, cualquier persona de cualquier lugar podrá publicar sus escritos, y cualquiera podrá convertirse en editor. Los filtros tradicionales, como representantes, editores y revisores, seguirán descubriendo talentos, ya que ésta es una función de la naturaleza humana. Con todo, incluso la gran masa indiferenciada de contenidos que permite la digitalización requiere protección, ya que ¿quién sabe de antemano cuándo surgirán otros Shakespeare del caos digital?
Las editoriales del mañana serán muy diferentes de los conglomerados multinacionales de hoy en día, con sus múltiples sellos, sus costosos inventarios físicos y plazos críticos, sus múltiples niveles de gestión, sus costosas instalaciones en los centros de las ciudades. En la actualidad, a un manuscrito editado, listo para producción, se le asigna un lugar en el plan de producción de un editor, cuyas etapas, corrección de estilo, diseño, investigación jurídica de antecedentes, galeradas y corrección de galeradas, y planificación del mercado (incluidos los contratos de publicidad, la fabricación, el transporte y demás) llevarán meses antes de que el libro se ponga finalmente a la venta. En el futuro digital, estas funciones se eliminarán o se comprimirán, de manera que la mayoría de los contenidos se publicarán en línea para su distribución y evaluación instantáneas en todo el mundo a los pocos días de su finalización.
La descentralización radical del mercado y la proliferación de proveedores de contenidos en el futuro digital son, a la vez, una bendición para millones de lectores que nunca antes habían tenido acceso a los libros, y mucho menos en sus propios idiomas, y para los escritores, que ahora tendrán acceso a regimientos de nuevos lectores.
El mercado digital transnacional borrará los límites territoriales tradicionales, de manera que cualquier contenido generado en cualquier lugar podrá descargarse en todo el mundo, transmitidos directamente desde el proveedor de contenidos al usuario final. Gran parte de estos contenidos no tendrá valor comercial o cultural. Sin embargo, cualquier protocolo futuro deberá proporcionar una protección mundial a cualquier contenido, independientemente de su mérito u origen, desde el momento de la primera distribución. Además, deberá permitir el intercambio legítimo en todo el mundo.
Respecto de los contenidos que se impriman a la carta en los puntos de venta, no habrá problemas de supervisión, ya que la venta quedará inmediatamente registrada, el pago se recibirá y distribuirá, y el archivo se borrará una vez que el libro esté impreso.
Sí habrá problemas con los archivos de los contenidos descargados en dispositivos portátiles o pantallas de computadora, que son vulnerables. Los sistemas de gestión electrónica de derechos, programas informáticos diseñados para proteger los archivos digitales de la copia no autorizada, no sólo son penetrables por los piratas, sino también por los autodenominados benefactores públicos que creen que los contenidos deben ser gratuitos, así como por los investigadores legítimos.
Los materiales de referencia, como diccionarios, atlas, manuales y compendios similares, cuyo contenido queda fechado el momento en que se imprime, no necesitan ser publicados en forma de libro, sino que deben ponerse a disposición en línea mediante suscripción y descargarse elemento por elemento, protegidos mediante contraseña. Lo mismo puede decirse del contenido de publicaciones periódicas y otros materiales similares técnicos y académicos. Será habitual el intercambio de archivos entre amigos y colegas profesionales dispuestos a compartir sus contraseñas, circunstancia que será difícil de evitar, cuando no imposible en algunos casos. En tales casos, la única supervisión posible puede que sea la autorregulación, como sucede en el sistema de confianza basado en la honestidad que siempre ha protegido esas obras en el curso de su producción.
La edición y la comercialización tradicionales sobrevivirán para las categorías que todavía no estén adaptadas a la reproducción y a la transmisión digital, como las bellas artes y la fotografía, los libros infantiles de tapas duras y otros. Los pequeños grupos de editores con ideas afines dedicados inicialmente a un tema en particular con el fin de comercializarlo en sitios Web con intereses similares ,arreglos florales, poesía china clásica, cocina india, fusión nuclear, yoga, serán los editores digitales del mañana. Estos editores de nuevo cuño encontrarán clientes mediante el envío de sus archivos a sitios Web con intereses afines, que también servirán de filtro, seleccionando los mejores contenidos y rechazando el resto. Florecerán los sitios Web fiables que ofrezcan contenidos fiables, mientras que fracasarán los sitios Web con mala reputación, como suele ser habitual.
Los títulos de mayor interés migrarán a las redes sociales o a sitios Web comerciales de carácter general, como también viene siendo habitual. Las editoriales digitales emergentes dependerán de expertos independientes en comercialización digital hasta que desarrollen las capacidades necesarias. Los grupos editoriales digitales no tendrán por qué estar en las mismas dependencias o incluso en la misma ciudad o país, sino que, al igual que los desarrolladores de programas informáticos, podrán trabajar en línea desde el lugar en que se encuentren. Puesto que la mayor parte del personal de apoyo, correctores de estilo, diseñadores, juristas especializados y demás se contratarán según las necesidades y no habrá inversión en inventario físico y su infraestructura, el costo de entrada será mínimo.
El talento editorial determinará el éxito o el fracaso, Los pagos anticipados a los autores a cuenta de las regalías futuras podrán ser aportados por inversores externos, o bien las editoriales y los autores podrán formar empresas conjuntas. Los costos de producción serán mínimos. Los editores podrán administrar el negocio ellos mismos o contratar administradores para que se ocupen de esa tarea en su nombre. Como siempre, con la práctica, surgirán diversos sistemas y protocolos. De este modo, la industria volverá a un entorno editorial tradicional, adaptado a la era digital.
Las consecuencias de esta revolución con respecto a cómo serán editados y vendidos los contenidos literarios en el futuro digital, que surgirá de manera espontánea, como ya ha empezado a suceder en los Estados Unidos, donde se recreará la histórica función editorial libre de las distorsiones acumuladas por la industria actual. Las editoriales existentes, así como Amazon, han anunciado planes para poner en marcha estos grupos editoriales autónomos, Sin embargo, el verdadero impulso vendrá de fuera de la industria editorial actual, a medida que la oportunidad tecnológica se haga cada vez más evidente a los posibles autores, directores literarios y editores.
No queda mucho tiempo para concebir e instaurar nuevos protocolos uniformes de derechos de autor en todo el mundo y nuevas tecnologías para prevenir el acceso no autorizado a la catarata de contenidos que está a punto de llegar.



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